Las experiencias de comunidades zapotecas, cucapás, totocanas y los grupos de Guanajuato y Tecámac, que brotan en Manantiales en Resistencia, son sólo cinco de los 86 conflictos por el agua que se disputan en México, de acuerdo con el investigador Víctor Toledo del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM.
Pese al panorama gris, las mujeres y hombres de estas experiencias hacen patente que las comunidades organizadas son capaces de devolver el agua a las tierras, gestionarla de forma eficiente y transparente, incluso ser custodios respetuosos de las aguas porque ha sido su casa por siglos.
Desafortunadamente el destino de las aguas no sólo responde a acciones de las comunidades. Las respuestas se encuentran desde hace tiempo estancadas del lado del Estado mexicano y dependencias como Conagua. Las resoluciones gubernamentales sobre cómo gestionar este recurso definirá en los próximos años, o la proliferación de más conflictos o la rectificación de la deuda con los pueblos.
Pese a todo, el movimiento por un mejor gobierno del agua es creciente, prueba de ello es la Iniciativa Ciudadana de Ley de General de Aguas que impulsan unas 160 organizaciones, construida desde las bases de pueblos y comunidades del país que ya promueven una gestión social del agua en la práctica, así subyacen y se suman cada vez más Manantiales en Resistencia.